Pinares y encinares

"Los pinares mallorquines están compuestos casi exclusivamente de Pinus halepensis ("pí"), que crece en gran abundancia desde la orilla del mar hasta unos 700 metros y más, muchas veces mezclado con encinas. Los ejemplares más exuberantes se encuentran en los grandes acantilados de la costa norte y en los largos promontorios de Cap de Formentor y del Cap de Pinar, destacando los de Formentor. Crecen en lugares donde parece imposible que encuentren alimento; ya en la grieta de una roca otero de buitres, ya coronando un arrecife lamido por las olas. Pintorescamente inclinados por el azaroso juego del viento aparecen en las dunas de arena de la costa sur y suroeste.

Junto al Pinus halepensis y frecuentemente en medio del intenso verde de la encina, crecen ejemplares aislados de pino italiano (Pinus pinea, "pí verd"), especie bastante frecuente en Eivissa y que curiosamente en Mallorca es rara. Verdad es que donde aparece, principalmente en los frescos valles de la costa norte, lo hace con pleno vigor y que, en pequeños grupos, contribuye notablemente a la belleza del paisaje.

Entre los pinares de los arenales de la costa sur damos con muchas sibinas (Juniperus phoenicea), árbol que en estos pagos es mucho menos frecuente que en Eivissa, aunque también aparece en la costa norte, cerca de Tuent, en compañía del lentisco y de otras arbustivas.

Como ya mencionamos anteriormente, los encinares forman el bosque predominantemente en las zonas montañosas como por ejemplo en las laderas de la costa norte y en los valles y barrancos de la sierra, donde llegan a colonizar alturas d 800 metros y más. Cubren las rocas más empinadas y ocupan los rincones más inaccesibles, con lo que no deja de ser curiosa la imagen que componen las cumbres peladas destacando sobre el verde intenso de la arboreda donde parecen asentar. En las laderas más soleadas se entremezclan con algunos pinos. También hay algunos encinares hermosos en las cercanías de Artà.

   

Las existencias más hermosas son sin duda las que se encuentran en la finca “Muntanya”, próxima a Lluc, en el camino que lleva a Pollença, las de “Ternelles” de este término, de “Son Fortuny” en Estellencs, de “Planícia” de Banyalbufar, y las de Orient, Valldemossa y Alaró. Pasa por la de tronco más grueso una, hoy muy deteriorada, que se encuentra en la finca Mossa en Lluc, representada en la xilografía que sigue, y cuya base tiene una circunferencia de 9 metros y 36 centímetros. El verde oscuro y la redonda y voluminosa copa de la encina, sobre todo cuando ya es añosa, la convierten en uno de los elementos más ornamentales de la isla. La sublime paz reinante en esos bosques altos de la montaña, las prolongadas guedejas de los líquenes que, especialmente en algunos parajes, sobre todo en la propiedad llamada “Planícia”, penden, como en desmayo, de las ramas de las encinas, confieren a estas un algo primigenio y fantástico.

Los encinares de Mallorca consisten de la especie Quercus ilex, que proporciona bellotas más o menos amargas, aunque aparece también aquí y allá la variedad Quercua ballota, de frutos dulces (“algà dolç”). Sirve esta, en general, para injertar la primera, aunque hay ejemplares totalmente silvestres que, sin injerto alguno, dan asimismo bellotas dulces, si bien en cantidad relativamente escasa. Siendo, además, poco numerosos, su conservación por los propietarios está asegurada."

Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Mallorca: Parte General. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.

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