Las murallas (1)

"La ciudad está completamente rodeada de murallas de una longitud de 21.495 pies castellanos, lo que corresponde aproximadamente a 5.989 metros, es decir  que la fortificación tiene la misma longitud que las murallas de Barcelona. Se abren en estas murallas seis puertas, de las cuales tuvo categoría de entrada principal la “Porta del Moll” que se levantaba frente al mar con un lienzo de muralla. Desde el punto donde estuvo arranca una calle de anchura variable durante su curso que termina en la “Porta de Jesús”. Esta calle divide a la ciudad en dos mitades: la “Vila d’amunt”, o parte alta, hacia Levante; la “Vila d’abaix”, o parte baja, hacia el Oeste, que vienen a formar, por lo que afecta a la administración de la Justicia, el Distrito de La Catedral y el Distrito de la Llonja.

Esta calle sigue, con bastante exactitud, el antiguo cauce de la Riera que formaba, según se dice, a su desembocadura una especie de ría desde el puerto hasta donde hoy está el Teatro.

Para describir la muralla comenzaremos nuestro paseo tomando como punto de partida la entrada principal de la ciudad, donde estuvo antes la “Porta del Moll”.

En la actualidad la muralla se interrumpe en el punto donde estuvo la puerta descrita y en su muro se ve la empinada escalera que permitía subir desde el interior de la puerta a la muralla que adorna con bellas plantas en este punto y enarenada con marés en polvo se ha convertido en uno  de esos paseos predilectos por los ciudadanos. Levantándose sobre este trozo de muralla se ve todavía una parte del viejo muro perteneciente al recinto medieval, cubierto en parte por ufanas matas de alcaparros, y conservando algunas de sus almenas. Este antiguo murallón se extiende desde el “Palau dels Reis” hasta el flanco del palacio episcopal. Hacia su mitad se ve un antiguo escudo con una leyenda carcomida. Una escalera estrecha, empinada y moderna, semejante a la antes descrita, permite llegar a un pequeño jardín, dividido en Balcanes, formando reducidas terrazas con magníficos geranios de todos los colores, que llegan hasta el mismo palacio. A partir de este punto se ensancha el terraplén y se han sembrado de árboles del cielo (Ailanthus).

Por debajo de la muralla, y entre esta y el mar, pasa un camino sombreado a trechos por algunos árboles con acera pegada a la contraescarpa. Este camino, siguiendo el contorno de la fortificación, llega hasta el Molinar de Llevant, protegido de la acción de las olas por algunas rocas. En la parte de la Catedral, entre el muro medieval antes citado y la nueva muralla, hay un foso que penetra en la especie de baluarte doblemente esquinado que avanza hacia el mar en cuyos ángulos se ven garitas de vigilancia y defensa cubiertas por cúpulas.

El panorama que se divisa es amplísimo, dominándose toda la bahía, cerrada por los cabos Blanc (desde aquí sólo se ve el Cap Enderrocat) y el Cap de Cala Figuera, con la encantadora vista del caserío de El Terreno. Una rampa, mal afirmada, permite bajar desde la muralla a la Portella. Esta puerta es una simple bóveda vaída con arcos rebajados, sin más ornamentación que un escudo de España y la fecha 1785. A continuación se encuentra un baluarte triagonal, desde el cual por el Carrer de Berard, de fuerte pendiente, se puede subir a los barrios altos de la ciudad. Para alcanzar el baluarte del sudeste hay que subir un poco, y antes de que se llegue a este punto se encuentra una calle que baja hasta la Porta del Mar o de La Calatrava, que es un simple arco en la muralla, muy baja en este sitio. Desde el ángulo del bastión, donde hay algunos cañones montados, se ve el Molinar de Llevant con sus numerosos molinos de viento.

Volviendo nuestros pasos hacia la muralla podemos comenzar la circunvalación de la parte oriental de la ciudad. Muy próxima al baluarte sudeste que acabamos de mencionar encontramos una escalera que nos permite bajar a la Porta del Camp considerada con razón como la entrada de la ciudad. Su bóveda está sostenida por tres arcos apoyados en pilastras. Desde el baluarte del sudeste hacia el trozo de muralla del sudoeste se extienden los fosos exteriores. Frente a la Porta del Camp atraviesa el foso, convertido en un taller de cordeleros, un puente de siete arcos redondos frente al cual se ve una cruz de piedra levantada sobre algunas gradas. Continuando nuestro paseo llegamos después a un poderoso baluarte pentagonal al que sigue otro bastión con numerosas troneras, plataformas enlosadas para artillería y pañoles; hay un camino y una escalera, semejante a todas las demás, que permite bajar a la Porta de Sant Antoni, abierta a una plaza bastante espaciosa.

Sobre la muralla existente entre el último baluarte y el que le sigue orientado ya hacia el Norte, se apoya una larga escalera doble que acaba en la Porta Pintada y en la anchurosa plaza de este mismo nombre. La escalera izquierda está cerrada. Cerca de esta puerta estaba la que los árabes llamaron Benalcofor, por donde las victoriosas huestes de Jaume I el Conquistador penetraron en la ciudad el último día del año 1229.

Un camino bastante largo va desde la muralla de la Porta Pintada y desde esta a la Porta de Santa Margalida, de traza mucho más antigua. La fachada anterior da al Carrer de Sant Miquel y su salida al campo se halla cerrada por un bastión circular, Polvorí del Baluard de Santa Margalida.

 

La Plaça de Toros se ve a la izquierda. Un vallado de agaves hermosea la parte interior de la muralla. Se encuentra enseguida una escalera con dos recodos que baja a la Porta de Jesús entrando por su parte derecha.

A continuación se encuentra el baluarte del Noroeste con una hermosa vista sobre la Serra de Na Burguesa hasta Bellver, así como la ciudad, delante del mar, y algunas palmeras aisladas que sobresalen de los jardines. Continúa más allá del foso el recinto amurallado que comienza en la misma Porta de Jesús y sigue con una obra fortificada exterior (Hornabeque), de tres lienzos poligonales, que está separado de la muralla por el curso de La Riera.

Por el baluarte que se encuentra a continuación se llega a la Porta de Santa Catalina que se abre en la plaza de este nombre y conduce al Arraval.

Por este se pasa a un puente de seis ojos, arcos redondos, con los estribos rematados por pilares de piedra con bolas superpuestas. Sobre el mismo puente existe un portal también con bolas sobre sus columnas.

Siguiendo por la muralla se encuentra otra puerta por la que se entra en el cuartel de Artillería, que ocupa el flanco del baluarte sudoeste. Precisamente debajo de su ángulo agudo está el doble puente de madera que cruza la Riera. Desde este punto la muralla vuelve a estar a orillas del mar pero en este trozo no se permite el paso porque está aquí el cuartel de Sant Pere y la batería para las salvas. Al pie de la contraescarpa se encuentra un camino ancho que, pasado el puente, lleva al Molinar de Ponent y al Arraval, camino que comienza en la Porta del Moll.

   

La muralla en este lado es muy alta, como corresponde a una parte alta de la ciudad. En la esquina, frente al Contramoll, hay una fuente de agua dulce. Sale de la muralla a continuación un bastión, ocupado en parte por los jardines y la casa del Marquès d’Ariany. Junto a este bastión abre la muralla una puerta sencilla, sin más adorno que la fecha 1867, puerta que permite pasar a la Plaça de les Draçanes. A partir de esta puerta la muralla ha sido demolida recientemente, lo que permite contemplar los magníficos edificios de la Junta de Comercio y la Llonja, que quedan así en la orilla del mar; únicamente se conserva la parte de la muralla que corresponde al Cuartel de Provinciales, edificado sobre ella. Se unía a ella la Porta del Moll, que fue completamente desmontada en julio de 1879, guardándose las piedras en la Llonja, donde se piensa instalar un museo de antigüedades de la Provincia."

Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Mallorca: Ciudad de Palma. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.

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