De Sóller a Pollença (4)

"En la punta de Sa Creu se encuentra una gran oquedad llamada El Bufador (soplador) abierta en su parte superior por donde en días tempestuosos lanza la mar a lo alto sus embravecidas aguas convirtiendo a aquella en una especie de fantástica ballena que soplara con enorme estruendo.

(F.432bis)

Vienen a continuación un conspicuo desmoronamiento y una ladera poblada de pinos y olivos coronada por rojizos escarpes de la Torre Picada y limitada por el saliente de Ses Puntes, ominosamente guardado por un bajío, Es Calafat, que apenas vela. Destaca luego la presencia de una cueva marina que rompe los estratos horizontales del cantil que domina en lo alto la Torre Picada. Sigue otra punta, con honda cueva al pie y garita de vigilancia en la cumbre y luego una espaciosa cala de paredes desmoronadas de conglomerados y solitario otero central cubierto de pinos. El acantilado se vuelve a continuación pedregoso y presenta numerosas cuevas marinas. Se conoce como Es Codolar y precede a los altos de s’Illeta.

La vista que se ofrece desde estos altos escarpados es impresionante tanto hacia Ses Puntes con la torre Picada, el Cap Gros y la distante Dragonera como igualmente de la parte de Tuent, tal como refleja nuestra xilografía del cabo norte, esponjoso este se diría, pero sembrado aquí y allá de grandes peñascos que se agalopan de pronto hacia la parte oeste. Estalactitas y negras oquedades se turnan para conferir a la bravía costa el aire de un pentagrama monumental,  mientras la mar que azota las grises masas calcáreas pone en ellas todos los colores del mundo en complicidad con la luz: negro, blanco, amarillo, ocre,… hasta la cima misma de la torre Picada.

Algo más allá, entre las rocas desgajadas del segundo Penyal Bernat brolla Sa Font des Joncar cuyas aguas corren ágiles entre las juncias. Siguen luego una punta, un peñasco con una oquedad rectangular, Es Torrent, y al poco una pared rocosa, alta, lisa, con Sa Cova des Pujador, cabaña de pescador al lado y el inmediato corte del torrente de Bàlitx por el que puede penetrarse un trecho como si de una angosta cala se tratara. Una vez en su interior queda uno encerrado entre altas paredes que ya no dejan percibir el mar en parte alguna. Al fondo se extiende una pequeña playa a la que es fácil acceder por la suficiencia del calado. En hermosos días de verano es un paraje excepcional. Viene luego un promontorio en el que se abre una cueva con una pilastra que sobresale, y al pie otra caverna marina, Sa Cova de Na Mora a la que puede entrarse por un lado para salir por el opuesto. Algo más adelante aparece una tercera, a poca altura, profunda y negra en la que la mar irrumpe estruendosamente.

En el centro de aquella destaca la presencia de la caudalosa fuente del Verger de Sa Costera donde damos con las ruinas de una fábrica de fundición otrora movida por las aguas y con un viñedo que se extiende tierra adentro. Algo más al oeste queda una segunda fuente, delatada por un exuberante cañaveral al que suceden cuatro bancales de vid. Higueras y chopos jóvenes bordean las escandalosas aguas, de cuyo otro lado quedan dos bancales con hortalizas, higueras, cañas y báquicas y orondas vides.

A continuación damos con una profunda cueva, antes de girar en busca del Cap de Sa Torre des Forat, más allá de cuyos cantiles se abre el hermoso valle de Tuent con el Puig Major al fondo de la abrupta barrancada. Llegamos así a la playa de Tuent enmarcada por terrenos de color muy rojizo que por la derecha se unen al saliente de la fuente de Sa Murtera cuyas aguas se pierden en la mar.

Es impresionante la vista que se nos ofrece de La Calobra con sus dos morros.

Viene a continuación el morro Des Megalaf, alto y escarpado con puntiagudo y negro mogote cimero al que se opone la impresionante y característica Vaca, y a la derecha, en La Calobra, el Cingle des Romaní con sus altos farallones, al fondo de los cuales guaita Es Tornàs, cueva costeña. Sa Pedra des Maltemps es el nombre que recibe una roca donde rompen ruidosamente las olas anunciadoras de tormenta. Es bellísima la vista del barranco de la Calobra con su tupido manto de pinos y el Puig Major como telón de fondo clásico.

   

A continuación Sa Vaca, a la que ascendemos entre carrizos y rocas grises profusamente salpicadas de feldespatos que en la cumbre se quiebran en profunda sima que se proyecta al exterior en su descanso.

Y al punto, la anchurosa desembocadura del Torrent de Pareis con su playa de Guijarros y algunos pinos al pie del saliente del Racó des Puis en mitad del mismo collado de Sa Vaca, con la punta de Sa Gavina detrás y el Racó homónimo.

 

 

Aparece al pronto un corrimiento de tierras de color ocre rojizo por donde puede accederse fácilmente al Coll de Sa Torre de Lloc o Den Bordils. La torre tiene un diámetro de casi 6 m., con parapeto de 3 palmos de grueso; hay junto a ella un cantil inaccesible. Pequeños cingales con zumaque y carrizo festonean los extremos de la torturada roca. La vista que se ofrece de Sa Vaca es ciertamente hermosa. Una roca aislada, Es Murteret, y el masivo sobresaliente Cap des Morro d’En Llobera con una cueva al borde del mar y corona de pinos en lo alto es sucedido por la llamada Cova Baixa.

Después del Cingle (risco) viene el escarpado Morro d’En Llorer de lisas paredes verticales, a la que sigue la ensenada de Ses Fel.les cerrada por el otro extremo por el Morro dels Ocells; al fondo, cual resquebrajamiento en las rocas grises desemboca el torrente de Mortitx dominado por un conspicuo y puntiagudo cerro. Las laderas pierden gradualmente altura y se pueblan crecientemente de carrizo, horadadas aquí y allá de cuevas ricas en estalactitas. El Morro dels Ocells presenta un leve collado, y en la punta una cueva marina de aspecto piramidal entre otras de menor entidad.

La costa pierde gradualmente altura para recuperarla de nuevo abruptamente en la llamada Sa Punta Beca con altos escarpes y cueva cimera acribillada de estalactitas, y que en una cota inferior próxima ya al  mar deja fluir por la cueva de Sa Figura las aguas que se han recogido en su interior. Pasada la punta Beca con sus abismales cantiles surge ante nuestros ojos la ensenada del Romagueral rodeada de escarpadas paredes rocosas llenas de cortados y barrancadas y dominadas por el Castell del Rei. Romántica se nos antoja la vista del histórico Castell del Rei cual nido de águila encumbrado en riscos que se quiebran en repetidas veces en torturados corrimientos huérfanos de toda vegetación en torno a la piramidal punta de Cala Castell con sus tres conspicuos peñascos solitarios, Al fondo de la cala, con sonda de 1 a 6 brazas y tenedero de arena y alga, hay una playa de guijarros con una pequeña zona arenosa a la izquierda y algunos pimenteros falsos junto a la orilla.

Por el otro lado queda cerrada la punta de Coves Blanques cuyas rocas de blanco marés configuran dos promontorios, límite a su vez de la ensenada de Sant Vicenç, a la que precede una pequeña caleta con un profundo cortado de marés y conglomerado a la izquierda y estratos calizos que afloran pujantes a la derecha. Junto a la orilla, en dirección a Sant Vicenç, vela un escollo solitario. El conjunto formado por la Galera, la punta de cala Castell y el propio Castell del Rei recortado en lo alto constituye una imagen de particular belleza.

La Cala Sant Vicenç, con fondo de 10-3 ½ brazas y tenedero de arena, playa al fondo y bajío en mitad del abra, ofrece tan sólo un lugar apto para varar embarcaciones, y aun con cuidado dado el gran número de escollos.

 

 

Llegamos a Sa Vall de Boquer con collado de acceso al interior y desmoronadas paredes de color gris y después a unos cantiles muy abruptos y al valle alto que tuerce hacia Albercutx dominado por el macizo de la Sa Talaia; en su proyección hacia el mar por una punta baja y rocosa poblada de pinos, el valle desemboca en una caleta. Siguen a esta dos ramas del Coll Baix de Formentor que adquiere altura de nuevo frente al Colomer, enorme malezal rocoso próximo a la orilla donde anidan incontables gaviotas.

Llegamos así a los empinados cantiles del Cap de Catalunya y a Cala Figuera, corrimientos de tierra al fondo y desmoronamiento de cantos en la parte izquierda; queda en lo alto el camino que lleva al Cap de Formentor y más allá el vasto pinar y la Talaia d’Albercutx. Limita Cala Figuera por el otro lado el Morro d’En Tomàs, linde a su vez de la rada y cueva conocidas como Es Pouat, fondeadero habitual de los Llaüts de la zona. Henos ya al pie del faro.

El Faro de Formentor fue proyectado por Emili Pou, quien dirigió asimismo su construcción. La torre de sillares de caliza por fuera y marés por dentro se eleva en mitad mismo de la vivienda del farero sobre una sólida base cuadrangular rellena de mortero. El eje de la escalera de caracol es de piedra y los peldaños son de magra caliza; todo el edificio y sus bóvedas han sido construidos con sillares de ese material, mientras que los tabiques interiores son de marés revestido de yeso.

Una vez pasado Formentor y oculto ya el Cap de Catalunya se extiende ante nuestros ojos la doble ensenada limitada por el Cap des Pinar y el distante Bec de Ferrutx, el primero cada vez más conspicuo con Alcúdia, Manresa y las colinas del fondo pobladas de pinos.

Sigue la profunda Cala En Gossalba con orilla pedregosa y senda que asciende hasta el faro. Queda a la izquierda una rada orillada de guijarros y con altas paredes rocosas muy erosionadas al fondo de la cual se abre un Avenc (sima) del que se extrae agua. Después de un promontorio que presenta una oquedad abierta cual descomunal puente creado por la naturaleza aparece Cala Murta, que ofrece un tenedero apto para el hierro en su parte izquierda y un hermoso fondo boscoso donde se aprecia la presencia de una casa destechada próxima a una torrentera cuyo curso delinean algunas juncias. Ascienden desde la orilla cuatro serpentinas veredas, la tercera directa hasta la casa. Maravilla el trabajo realizado en un bancal que queda al pie de esta con pared seca que sin duda debe contar entre las mejores de toda la isla.

Una punta con un gran farallón llamado Es Castellet, coronado de pinos, cierra la cala. Se suceden varias colinas de cima arromada y laderas de tierra, ora desmoronadas ora surcadas de barrancos en la base, sólo uno de los cuales llega hasta el mar en la cala En Feliu en cuya parte izquierda destaca la presencia de una cueva con una antecámara de color blanquecino; junto a la playa nace una senda que asciende serpenteante entre colinas desde el fondo del barranco. Una nueva punta también cubierta de pinos se proyecta hacia la isla con su estrecho y ensenada del Pi de la Posada, así llamada por el enorme pino existente en ella, dominada por la Talaia d’Albercutx. La isla (s’Illa), separada de Mallorca por un angosto Freu practicable sólo para embarcaciones menores, tiene forma de arco con la concavidad dirigida hacia el estrecho y una barrancada en el centro. Más allá de l’Illa se abre la ensenada del Pi de la Pouada entre las puntas de la Plana y de la Moneia, lugar de abrigo de los barcos que dan el hierro a sotavento de la primera. Una pared encierra con otra que arranca del lado opuesto un bosque de encinas con algunos pinos intercalados al pie del cual se extiende una playa de fina arena en cuyo centro se yergue una colina solitaria con un barranco de encinas a la derecha y un profundo cortado a la izquierda; destaca en este una tupida franja de juncias, testigo último de un otrora pujante torrente. Crecen en la orilla orondos brezos, zumaques, palmitos, mirtos y enebros entre añosos pinos, donde destaca el Pi de La Posada, enorme, con tres gruesas ramas y una cuarta que con otra que fue cortada formaba un dosel sobre la base.

La Fortalessa d’Albercutx tiene al pie una batería construida en ángulo, l’Avançada del Castell de Pollença que le da la entrada. Los muros laterales tierra adentro están provistos de saeteras y ascienden a ellos tres escalones de piedra. En el centro hay una vasta plataforma con revoque al exterior y tres peldaños para los vigías que otean la mar. El grueso muro con remate de marés presenta tres saeteras a los lados y dos delante. Rodea todo el recinto una zanja con escollera exterior y cuatro cañones de hierro desmontados aparecen orientados en dirección a Pollença; hay también un portón escarzano, barracones a derecha e izquierda con la techumbre parcialmente derrumbada, y en la parte posterior cuatro puntiagudos promontorios. Entre zumaque y palmitos asciende una senda en dirección a la fortaleza con un establo a la derecha de la entrada y escalera de once peldaños a un puente de un solo ojo con plataforma levadiza de acceso al fuerte.

La torre es de planta hexagonal, tiene cinco saeteras en lo alto y cuatro cañones de hierro desmontados. La parte inferior adopta por detrás de la muralla la misma forma hexagonal y en sus esquinas delanteras y traseras, dos por banda, tres escalones forman un rellano hacia la pared del camino. La terraza con balaustres de hierro sobremira el patio interior redondo donde seis puertas llevan a sendas casamatas con bóveda de cañón; otra da acceso a una escalera de caracol. Toda la obra es de marés y el pavimento del patio es de guijarros.

De la parte de la colina queda una casita, hoy vivienda y en otros tiempos capilla a juzgar por la imagen religiosa y altar de madera aún visibles. Al pie de la fortaleza hay unas canteras. La vista que se ofrece desde aquí del Puig Major de Sóller, del Puig Tomir y del Puig Major de Lluc es muy hermosa, como no lo es menos la de los altos de la parte de Alcúdia y del Cap des Pinar. Más allá del promontorio de la fortaleza se extiende una playuela a la que siguen una colina y la orilla de Albercutx de arena y caliza, poblada de matas mosqueras y ornada de un grupo de pinos reemplazados luego por carrizos, zumaque y palmitos.

El Port de Pollença posee un pequeño Moló que en su parte izquierda se compone  de sillares de caliza finamente labrados y en cuyo extremo se encuentra la carretera de la población. No pasan de una docena las casitas de la orilla y son siete las dispuestas en dirección a Albercutx. Los Llaüts de los pescadores suelen varar a la derecha del muelle."

Archiduque Luis Salvador de Austria. Las Baleares por la palabra y el grabado. Mallorca: La isla. Ed. Sa Nostra, Caja de Baleares. Palma de Mallorca. 1.982.

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